Si estás bautizado ¿Te acuerdas de la fecha de tu Bautismo? Seguro que de tu cumpleaños, tu boda, el nacimiento de tus hijos o nietos procuras acordarte y lo celebras con alegría y fiesta con la familia y amigos.

Pues para un cristiano convencido, el día de su Bautismo, es el más importante de su vida, claro que, si es que se ha encontrado con Cristo de una forma vivencial, se ha convertido y ha reconocido a Jesús como su Salvador y Señor de su vida.

El Bautismo es un mandato de Jesús resucitado, a sus discípulos, Mt.28-19, “Id por todo el mundo y haced discípulos míos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo… y estaré siempre con vosotros, hasta el fin de los tiempos”.

Es necesario para salvarse, infunde el Espíritu Santo, perdona los pecados, entierra al hombre viejo y regenera a una nueva criatura salvada por Jesús, el hombre nuevo para siempre. Se recibe una sola vez, imprime carácter, no se puede “borrar”. Nos abre las puertas de la Iglesia, que es la familia de Dios y el acceso al resto de Sacramentos.

Por eso la Iglesia tiene el deber de buscar a los alejados y anunciarles a Jesucristo muerto y resucitado por cada uno, si alguno lo acepta y así lo confiesa, debe
bautizarse. En las primeras comunidades, el Bautismo lo recibían los adultos, se celebraba después de una larga preparación acompañando al catecúmeno en su formación, sólo se administraba en la Pascua y se exigía un cambio de vida según las enseñanzas de Jesús. A lo largo de la historia, se empezó a bautizar a los niños confiando en la transmisión de la fe y enseñanza de los mayores (padres y padrinos).

A las familias que acuden a pedir el Bautismo, se les piden los datos precisos y se les citan para dos charlas formativas: una  a nivel personal y doctrinal y la segunda para profundizar en todos los detalles de la ceremonia que es espléndida.

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